La política

Por Norah Soruco de Salvatierra

(Exparlamentaria)

Independientemente de estar a favor o en contra de quien ejerza la Presidencia de Bolivia, es preciso discutir sobre los valores que inspiran la democracia en el ejercicio del poder político.

El presidente del Comité pro Santa Cruz lamentó la falta de experiencia de nuestros representantes para defender al pueblo ante las sucesivas arremetidas del oficialismo; empero, fue rápidamente retrucado por algunos de sus protagonistas que argumentaron la desigual correlación de fuerzas respecto a la aplastante mayoría oficialista.

Esto es cierto. Pero también lo es que una oposición con proyecto, dirección política y vida orgánica es capaz de determinar la agenda gubernamental o, al menos, influirla de forma significativa cuando se conjugan las problemáticas que aquejan a la población. Sucedió cuando el MNR fue oposición de Siles Zuazo y de Banzer Suárez, y también cuando el MAS lo fue de Sánchez de Lozada.

Pareciera entonces que el problema no es solo ser minoría; el fondo es, más bien, la necesidad de visión, emergente de la situación del pueblo, que armonice principios, metas y métodos, organización y disciplina en el accionar de la oposición.

Pesa la inexistencia de partidos políticos como efecto de la crisis generalizada del sistema de partidos, provocada por la llamada 'democracia pactada', que llevó a la ciudadanía a preferir rostros nuevos, sin pasado o con trayectoria en campos distintos al político, dando preeminencia a lo individual sobre lo colectivo.

En nuestra región, el resultado de tal fenómeno se manifestó con los cuatro candidatos a la presidencia de la Brigada Parlamentaria Cruceña y la imposibilidad de ponerse de acuerdo en una sola fórmula contra el oficialismo, rompiendo el pacto antes logrado de compartir la directiva entre mayoría y minorías con el lema obligatorio para todos: "Primero Santa Cruz y después todas las diferencias que quieran". A escala nacional no han sido pocas las defecciones de algunos parlamentarios para sumarse al partido mayoritario, aduciendo una 'decisión personal', a veces definitivamente y otras según el tema en cuestión.

Nos guste o no, se nota que entre nuestros representantes opositores, salvando contadas y valiosas excepciones, no hay acciones consistentes de oposición, hay déficit de formación ideológico-política, dirección y vida orgánica. Existen condiciones inherentes a la conformación de la oposición, que no significa oponerse a todo lo que proponga el partido de Gobierno, sino la capacidad de incorporar a sus decisiones los intereses de todos. En primer lugar, que nuestros representantes sean conscientes de que, una vez elegidos, no se representan a sí mismos, sino los intereses de sus mandantes, por lo que se debe evitar la búsqueda de una construcción personal de imagen y carrera política futura a como dé lugar. Luego existen objetivos superiores a las diferencias secundarias e inmediatas entre sus facciones y, por último, en el quehacer de todos los días es necesario capacitarse, estudiar, analizar, proponer alternativas, fiscalizar y denunciar fundadamente en busca del mayor respaldo ciudadano.

Con tal arsenal se obliga al poder a la concertación, porque este también necesita legitimidad en el seno de la población, pues lo contrario, más temprano que tarde, es suicida.

En lo que corresponde a los parlamentarios oficialistas de la Brigada, deben recordar en todo momento que son representantes de Santa Cruz, es decir, de sus electores.

El oficialismo, en un Estado democrático, tiene la necesidad de la oposición