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Segregación de la pollera

Autor: Harold Olmos
La más reciente entrada del diplomático Ramiro  Prudencio  Lizón trae un tema polémico. Un punto de vista diferente cuya lectura es interesante:
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Hace unos días sucedió algo extraño: una alumna de derecho en Cochabamba acusó a sus compañeros de haber modificado una fotografía relativa a su promoción de la facultad, donde todos portaban toga y birrete.  Ella consideró un insulto el estar así vestida, porque deseaba salir fotografiada de pollera.  Posiblemente la muchacha consideraba que era un símbolo de su raza y de su posición social el mantenerse siempre en traje de campesina.
Lo raro es que con atuendo de pollera recibió el diploma de graduación, pero no de las autoridades universitarias sino de las gubernativas de Cochabamba.  Posiblemente las de la universidad exigían que encima de su pollera se pusiese la toga y el birrete, como todos los alumnos que egresan en esa universidad.  Pero ella no podía hacer tal cosa.  El fundamentalismo de nuestros campesinos de la zona andina impide todo acercamiento a la gente citadina.
Ahora bien, si uno ve esa fotografía, observa que todos los demás alumnos son tan morenos como la muchacha de pollera.  Y eso es lógico, porque la mayoría de la población boliviana es mestiza.  Es decir, que no existe racismo en el país sino sólo una discriminación por el vestido.
Evidentemente, no puede haber racismo en un país como el nuestro donde el 95% de la población desciende de los pueblos indígenas.  Por este motivo, desde la fundación de la República sólo hubo diferencias económicas y culturales.  Se podría afirmar que Bolivia es el país menos racista del continente.  Pero pese a ello, existe una marcada segregación por la indumentaria: los que usan el traje occidental se distancian de los que continúan con la vestimenta popular tradicional.
En consecuencia, para superar todo vestigio de racismo en el país, bastaría con educar a los campesinos sobre la conveniencia de usar el traje occidental que ahora es mundial, sobre todo si se van a avecindar a las ciudades.
Pero, lamentablemente, ahora ha surgido una especie de deificación de todo lo indígena, lo que ha determinado que haya muy fuertes presiones para que nuestros campesinos ya no piensen en cambiar ropajes y convertirse en ciudadanos urbanos, sino que se les obliga moralmente a continuar con sus atavíos tradicionales.  Esto sucede sobre todo con las mujeres, quienes deben continuar portando la pollera, pese a ser un vestido caro, incómodo y que no condice con la tremenda actividad de la vida cotidiana del evolutivo mundo moderno.  Además, es menester recordar que la pollera no es traje indígena sino español del siglo dieciocho.  Precisamente ella se constituyó en el símbolo de las discriminaciones sociales que existieron en el país durante casi tres siglos.

Cabe señalar que no son los campesinos los que insisten en mantener sus ritos y vestiduras.  Son los denominados “intelectuales de izquierda”, gente urbana y salida de las universidades nacionales, quienes ahora se han convertido en grandes defensores de la tradición y del conservadurismo.  Ellos han determinado exaltar todo lo que sea costumbre ancestral, calificándola de cultura endógena.
En vez de copiar a los países del Asia, sobre todo a China y Japón, con culturas milenarias pero que han comprendido que debían modernizarse y eliminar sus variadas vestimentas e idiomas, para integrarse en el actual mundo globalizado, dichos intelectuales  han preferido convertir a Bolivia en un país fundamentalista como los más atrasados y conservadores países islámicos.

Al dejar atrás las concepciones progresistas, basadas en la igualdad entre los seres humanos, se ha adoptado en el país una posición eminentemente reaccionaria, que ampara la discriminación, el mantenimiento de las tradiciones vernáculas y, por último, la segregación de razas. De este modo, mientras en el resto del continente se preocupan por la igualdad  ciudadana, en Bolivia se retrocede cien años y se decide mantener a su gente separada y enfrentada, lo que a la postre podría poner en peligro la propia integridad nacional.

Datos de : Harold Olmos                                                           

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